jueves, 1 de septiembre de 2011

SUPER 8. Ya no tenemos 10 años.


Si juntas en la misma frase los nombres de STEVEN SPIELBERG y J.J. ABRAMS, lo que venga a continuación merece nuestra atención sea lo que sea. Luego ya se verá.

En este caso, la reputación que precede a la cinta hace justicia. Entré al cine con la impersonal promesa de que iba a sentir una sensación parecida a aquel maravilloso cine de LOS GOONIES, E.T, etc. Aquel cine con el que  te ibas a la cama pensando que el mundo era una aventura por descubrir y con el que querías enamorarte de alguna chiquilla como la de la peli.

Pero amigos, ya no tenemos 10 años.

Con esto no quiero quitar mérito a la cinta. Reitero que la reputación que precede a la cinta le hace justicia. Sí que evoca aquella época. Lo que pasa es que yo no soy el mismo. Sí que me divertí viendo la película. Pero de ahí a la fascinación...

No me siento engañado. La película es recomendable. Pero lo dejo en un homenaje a aquel cine, del que se ha desempolvado el esquema básico. Muchos encontraremos paralelismos con las pelis mencionadas arriba. Sobre todo con LOS GOONIES. Es cierto. Se parece. Pero eso no tiene por qué ser necesariamente negativo, ¿no?

Solo le pongo un pero. Ya podían haberse currado un monstruo más agradable. Y no solo eso. Esta crítica es extensible a otras pelis con monstruos alienígenas que pilotan naves de tecnología extraterrestre. Esos monstruos suelen tener un cuerpo contrahecho, con garras, zarpas, uñacas y que parecen Quasimodos interestelares. ¿Cómo son capaces de fabricar esas pedazo de naves, esas pedazo de armas? ¡Si parecen seres primitivos! Se supone que son super-listos, ¿no? Pues no me los imagino yo en la fábrica de su planeta apretando tuerca y contratuerca. Dudo que sean capaces de completar el cubo de Rubik con sus propias manos. ¡Si no pueden ni cogerlo!






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